miércoles, 7 de noviembre de 2012

El retrato de una estación


Arcimboldo (1527-1593) fue un manierista que pintó alegorías de las estaciones y los elementos (aire, fuego, tierra y aire) mediante frutas, animales, etc. Se le podría considerar el precursor del Surrealismo. En este artículo voy a hablar de El otoño de 1573, que se encuentra en el Museo Nacional de Louvre, París. En Madrid podemos ir a ver La primavera de 1563 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Esta obra manierista supone un puente entre dos de las más importantes corrientes: el Renacimiento y el Barroco. De la primera podemos observar el tipo de retrato, en donde el “sujeto” se encuentra de perfil, como en el de Federico de Montefeltro realizado por Piero della Francesca. La tradición renacentista también se aprecia en la especie concreta de cada planta y fruto (“naturalismo”). El pintar y el saber iban muy unidos. Con respecto al Barroco vemos el característico fondo negro del tenebrismo, la composición recargada que posee y el bodegón.
Es un cuadro revolucionario para la época ya que la obra resulta estrambótica; y porque fusiona el retrato con el bodegón, que no será abordado como tema principal hasta el barroco con Caravaggio o Zurbarán entre otros. De esta forma consigue unir dos de las principales características del movimiento: el hombre y la naturaleza


En las estaciones siempre utiliza frutas, hortalizas y alimentos de temporada, como granadas (la barbilla), uvas, calabazas (la cabeza), setas (la oreja), etc.
El personaje retratado lo podríamos calificar de bonachón, algo más tosco que El verano  o La primavera. Incluso podemos ver un dios Baco en este óleo, con su respectiva corona de parra, aspecto de borrachín, y si se me permite la expresión, con nariz “porreta”, formada por una pera, que al igual que las mejillas tienen un color rojizo debido al abundante vino.
En el lienzo priman los colores típicos otoñales, aunque sin mucho contraste entre ellos: terrosos, anaranjados, amarillos y los verdes son pálidos, nada que ver con la intensidad que adquieren en El verano.
Por último decir que es un cuadro para verlo de dos formas: la primera de forma general, viendo a nuestro personaje; y la segunda de una manera más concreta fijándonos en los numerosos detalles, como el caracol que se pasea por la calabaza.
Os dejo con una copia de El verano que realicé con lápices:

lunes, 16 de julio de 2012

Café Sólo


Qué es un café, sino un lugar en el que convergen historias, sentimientos, opiniones, en definitiva gente. Y es que antes también era habitual la confluencia cultural, lo cual se ha ido perdiendo, quedando solo unos pocos  como el café Gijón en lo que a literatura se refiere  (de hecho ha estado a punto de extinguirse).

Pero ante todo es algo cotidiano que artistas como Hopper, Van Gogh o Montesol han querido plasmar. Han pintado más de una cafetería pero en concreto hablaré de Halcones de media noche, Terraza de café por la noche y Café de Oriente. Gradualmente irá aumentando el sonido en estas obras, pasando por los silencios del artista norteamericano, al sonido ambiente de la calle de Vincent y al bullicio de una cafetería llena de Montesol.

En Halcones de media noche prima el silencio, quizás un leve ruido con lo que esté haciendo el camarero, pero no hay palabras, es un sonido hopperiano. Sus personajes son “mudos” pero caracterizados por una gran profundidad. Qué estará pensando el hombre del cigarrillo o la mujer, que sostiene un objeto, no tanto fijándose en él, sino como un acto instintivo mientras piensa. Esto también se puede ver en  Habitación de Nueva York (1932) en donde la mujer, un tanto abstraída, está tocando una tecla del piano.

Otro aspecto importante es que en este lienzo hay un solo foco de luz (la cafetería) que ilumina toda la calle y alrededor de la cual se reúnen unos pocos, como polillas que se sienten atraídas por la luz.
Van Gogh con su Terraza de café por la noche juega con el mismo efecto atrayente de la luz del farol. Pero hay un elemento más de iluminación: las estrellas. Este será el primer cuadro en el que incluya este tipo de cielo.
La banda sonora de este cuadro tiene mayor volumen: la conversación de la gente en la terraza, los cascos de un caballo, los pasos de alguien paseando... Pero son sonidos que emiten la tranquilidad de una noche agradable. La obra contagia el sentimiento que en ese momento tenía el pintor. Vincent había escapado de la vida frenética de París viajando a Arlés, un pueblo al sur de Francia, para descansar y reposar los conocimientos adquiridos en la capital.
Este ambiente sosegado se refuerza por la calidez del farol que emana pintura amarilla, el color preferido del artista. Cabe destacar la tonalidad del cielo, que el genio retrata con un azul casi eléctrico, sin apenas uso del negro como sería de suponer. Lo que consigue en este cuadro es el contraste por medio de colores vivos y no a través del claro-oscuro. De esta forma hace que proyecte al espectador una sensación de noche despejada.

En este caso el pintor holandés también utiliza la perspectiva para transmitir esa calma, ya que es un espacio abierto, que no agobia. Como ya he dicho Van Gogh pinta según lo que siente y es que son esas pinceladas gruesas, sus características estrellas o el esbozo de las personas las que sirven de canal para dicho fin. En palabras del autor: “Mi gran anhelo es pintar inexactitudes”.

En el Café de Oriente de Montesol llegamos al bullicio típico de una cafetería en “hora punta”. En esta litografía a cinco colores, se remarca el ajetreo por medio de los numerosos trazos y por la gran cantidad de objetos en escena. En esta obra se aprecia cierta tendencia del pintor hacia el cómic ya que ha dedicado parte de su vida a este arte, como por ejemplo con Speak Low  su última novela gráfica.

En estas tres obras los espacios son muy distintos y refuerzan las emociones que el artista ha querido plasmar. En Halcones de media noche el exterior remarca la soledad del interior y es que estos dos volúmenes se hacen uno mediante la cristalera. Este ventanal diluye el interior en el exterior. Todo lo contrario a la obra de Montesol, en donde los personajes están en un lugar cerrado, aumentando de esta forma la sensación de lleno. De hecho parece que hay más gente que en el cuadro de Van Gogh que es un exterior y en donde hay un mayor número de personas

Resumiendo, en cada cuadro el tratamiento del espacio y el sonido transmiten diferentes sensaciones: en Halcones de media noche la soledad; en Terraza de café por la noche la tranquilidad de una terraza en un pueblo francés; y en Café de Oriente el bullicio y el entretenimiento que puede encontrarse en una cafetería.

martes, 1 de mayo de 2012

Y utilizaron la luz: Tadao Ando (3 de 3)

El arquitecto japonés Tadao Ando ha utilizado la luz como un material más en sus edificios, y concretamente en su Iglesia de la luz (1989), que se encuentra en Osaka (Japón). En la pared del altar domina un vano con forma de cruz, lo que hace que se filtre una gran luminosidad en el templo. Y no sólo eso, sino que el hueco en el muro se transforma en una “cruz de luz” que es el elemento más representativo del conjunto arquitectónico.
La cruz dota al interior de la iglesia de cierta espectacularidad, pero todo de una forma muy sencilla. Esta es la principal característica de los edificios de Ando, siguiendo así la máxima de Mies Van De Rohe: “menos es más”. Esta sencillez la consigue por medio de formas geométricas y por los materiales utilizados (hormigón y madera). En la iglesia que estoy tratando, hay que sumar como elemento la luz y gracias a esta conjunción se logran espacios trascendentes, que emiten sensaciones positivas. He de apuntar que es un tipo de arquitectura en la que uno ha de sumergirse. 

En mi opinión el edificio sigue la tradición japonesa (combinada al movimiento moderno) ya que traslada los dos ideales estéticos del karensui o jardín zen: la simplicidad elegante y la belleza del vacío. Tiene mucho que ver con el taoísmo, en donde el vacío es la “parte útil de las cosas”. Y es que justamente la cruz (la parte vacía en la iglesia) es de gran utilidad por que ilumina toda la sala y de forma metafórica es medio de salvación.

Tadao Ando, que fue autodidacta, usa hormigón liso con las marcas del encofrado visibles, ya que de esta forma sirven como superficies para captar la luz.

Si hay alguien capaz de captar la espiritualidad en la arquitectura es Ando. En la Iglesia de la luz las paredes sirven como aislante del mundo exterior (estresante y ruidoso) del interior, en el que fluye la calma y la serenidad; logrando así un lugar  para la meditación. Hay quien pueda tachar de simplista al arquitecto, pero es justamente esa austeridad la que transmite paz y de ahí viene el valor de esta obra de arte. Todas estas características realzan el acto litúrgico; no paro de pensar en lo fascínate que  debe ser una misa ahí.

 El arquitecto japonés con su iglesia equipara tres conceptos: luz = cruz = Dios. Es de aquí de donde surge toda la significación del edificio.

Tadao Ando con su Iglesia de la luz, Caravaggio con La Vocación de San Mateo y Bernini con El éxtasis de Santa Teresa han utilizado la luz como elemento principal de sus obras, pero no una luz cualquiera, sino una llena de significado. En estas tres obras la luz es Dios: es una llamada, es fulgor, y es paz y salvación.

jueves, 19 de abril de 2012

Y utilizaron la luz: Bernini (2 de 3)

En esta entrada quiero mostrar que la luz en la escultura tiene un papel muy importante. Y es que Bernini cuidó hasta el último detalle para presentar El éxtasis de Santa Teresa. Está situada en la capilla Cornaro, en la iglesia de Santa María de la Victoria (Roma).

En esta escultura la luz es de gran relevancia puesto que se trata del momento culmen de la visión de Santa Teresa de Jesús.  Para entender en su totalidad la obra hay que tener en cuenta que el artista del Barroco situó el conjunto escultórico como en un teatro. Este está formado por un escenario (donde están Santa Teresa y el ángel), dos palcos en los que se encuentran unos espectadores esculpidos por el artista y la platea (donde nos encontramos para observar a los protagonistas).

Bernini  dotó a su “teatro”, como es lógico, de iluminación. Y utilizó dos tipos de luz: una natural y otra celestial. La primera la obtiene de una ventana no visible que enfoca al conjunto escultórico, de tal forma que la luz viene de arriba. Así proporciona a la escena un toque celestial y espectacular, remarcado por esa flotabilidad, esa ingravidez que consigue el escultor gracias a la nube y al pie que queda descolgado. Además este foco remarca la cara de la Santa haciendo énfasis en sus gestos. La segunda, de tipo celestial, ha sido retratada en forma de haz de rayos hechos con bronce. Este es el telón de fondo que pone la guinda a esta puesta en escena.

Esta escultura rebosa de características barrocas. Para empezar, se trata de un momento congelado pero, aunque sea contradictorio, lleno de movimiento. Para captar ese instante se basó con gran fidelidad en la propia descripción de Santa Teresa. Es en su hábito en donde se reúnen dos de estas características: el movimiento, ya citado, y el claro-oscuro. Los pliegues de la túnica (esculpida con maestría) dan esa sensación tan barroca de luces y sombras, de algo complicado, de contrastes.

El escultor Italiano además juega con las texturas de las distintas superficies. Mientras que la nube es rugosa y no capta mucho la luz, la piel de los dos personajes está perfectamente pulida, haciendo que la luz se refleje y de mayor luminosidad.
El "teatro" de Bernini

domingo, 15 de abril de 2012

Y utilizaron la luz: Caravaggio (1 de 3)


En los tres siguientes post voy a tratar la luz y su uso en la pintura, la escultura y la arquitectura.

La obra elegida en pintura es La vocación de San Mateo de Caravaggio. La composición de este cuadro está organizada por la luz: en primer lugar el haz de luz que cae y por otra parte los dos grupos de personas. Lo más característico de esta pintura es el la luz que cae desde la derecha, que es una clara alusión a la iluminación divina, a la elección de San Mateo. De hecho el foco de luz y la mano de Jesús “señalan” en la misma dirección: hacia el apóstol.

En el lienzo hay una ventana que por el contrario a lo que se esperaría, no ilumina, lo que le da más importancia a la luz ya descrita. Como curiosidad cabe decir que esta es la única obra en la que el pintor Barroco derrama su luz desde la derecha.

Caravaggio tenía una concepción del movimiento a partir de la luz, y esto lo podemos observar en como San Pedro se inclina hacia delante señalando a Mateo (aunque no tan firmemente como Jesús). Otra de las muestras del movimiento luminoso que utiliza el artista es en el joven que está de espaldas, inclinándose hacia quienes han entrado en la habitación. Y por último, en cómo se señala San Mateo a sí mismo.

El artista italiano también utiliza la luz para remarcar los gestos y la actitud de los presentes en la escena. Se advierte sorpresa (en el evangelista y en el joven que está apoyado en él) plasmada con gran luminosidad, interés (en el joven que está de espaldas) e indiferencia (en el anciano de las gafas con la mitad de la cara en sombra). Aunque el gesto que quiero destacar es el del joven a la izquierda de la mesa. En él se ve tristeza, introspección, quizás pensando: “¿Qué estoy haciendo con mi vida?”. Y es que se enfatiza gracias a la penumbra que hay en su cara. Esta sombra (al igual que la del anciano) puede representar la ceguera del dinero o el hombre desvirtuado. Este juego de luces y sombras dota al cuadro de un gran dramatismo.

Otro aspecto llamativo es la iluminación que reciben Jesús y San Pedro, que deberían estar en la sombra. Esto se explica por la disposición de la iglesia de San Luis de los Franceses (Roma). La pintura se encuentra a la izquierda de la entrada en una capilla, la cual está iluminada por una ventana a la derecha, en la parte superior de la pared del altar. Aquí el genio no sólo incluye la luz propia de la escena, sino que además le suma el foco de luz que supone una ventana real.

Por último quiero señalar (aunque no referido a la luz) cómo Caravaggio separa en dos grupos la imagen, sobre todo con dos tipos de vestimentas, las prendas contemporáneas y las túnicas bíblicas. La existencia de estos dos grupos hace más chocante la elección de San Mateo, casi como un milagro, algo espectacular y teatral. Probablemente el joven que se encuentra de espaldas estará pensando: “mira esos que vienen con túnicas”.

http://www.manuelbarriosprieto.com/2011/07/el-momento-de-la-gracia-caravaggio-y-la.html

jueves, 12 de abril de 2012

La Semana Santa de Sorolla


Que mejor cuadro para representar la Semana Santa que Los Nazarenos  de Sorolla. Y es que me parece curiosa esta obra porque no es muy habitual un tema religioso en el Impresionismo, aunque sí los temas costumbristas. Quizás hayan coincidido estas dos temáticas porque en España tienen lugar las procesiones

Esta pintura es una mezcla de ambas, en donde el artista valenciano representa a la cofradía de los Nazarenos de la Carretería con la Virgen del Rosario de Montesión (la que pintará otras dos veces más) procesionando por las calles de Sevilla.

Joaquín Sorolla en esta obra resalta el negro del hábito (luto) mediante el contraste con la luminosidad de la calle. Esto hace que los cofrades adquieran un aspecto imponente y majestuoso. Me parece increíble como Sorolla hace uso de la luz, que también se puede ver en cómo las velas iluminan la cara de la Virgen.

Lo que me encanta del Impresionismo es que no importan los detalles, no importa que la cara de la Virgen este inacabada, ya que lo que cuenta es, valga la redundancia, la impresión del momento, de la instantánea. Por ello estos cuadros se llenan de pinceladas rápidas.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Hoy Leonardo (2ª parte)



Este año en Valencia la Falla de Na Jordana ha rendido homenaje al gran genio e inventor del Renacimiento: Leonardo Da Vinci. El artista de esta obra ha sido Manolo García.
La falla está compuesta por la cabeza de Leonardo (que pesa 10 toneladas) y por algunos inventos que ideó. En total mide unos 23 metros. Manolo García, con esta falla, ha querido romper con la tendencia de utilizar poliestireno expandido usando madera en un 90%.

La falla se basa en el posible autorretrato de Da Vinci (digo posible porque no está del todo verificado), en donde se remarca la faceta de pensador. Pero donde Leonardo enfatiza la sabiduría es en los ojos, que rodeados de arrugas muestran la experiencia del personaje retratado. Junto con la barba poblada hace parezca un filósofo. Y es que se parece mucho a la representación posterior de Platón que pintó Rafael en La escuela de Atenas.

Manolo García  ha incluido en su obra inventos como el tanque, el paracaídas, una máquina voladora o el tornillo aéreo. Además ha representado al Hombre de Vitrubio. Todo ello con ciertas dosis de humor que no pueden faltar en las fallas. Pero uno de los elementos más curiosos de la falla es una abertura por detrás de la cabeza, de la que salen planos, engranajes y formas geométricas. Esto es una clara alusión a la mente inquieta del genio.

 La esencia de las fallas es que se trata de un arte efímero, que sólo vamos a poder ver durante unos pocos días y sólo durante esos días. Esto es lo que nos hace fijarnos en la falla como si fuera la última vez (que lo será, por lo menos hasta el día de San José por la noche)