Qué es un café, sino un lugar en el que
convergen historias, sentimientos, opiniones, en definitiva gente. Y es que
antes también era habitual la confluencia cultural, lo cual se ha ido
perdiendo, quedando solo unos pocos como
el café Gijón en lo que a literatura se refiere
(de hecho ha estado a punto de extinguirse).
Pero ante todo es algo cotidiano que
artistas como Hopper, Van Gogh o Montesol han querido plasmar. Han pintado más
de una cafetería pero en concreto hablaré de Halcones de media noche, Terraza de café por la noche y Café de Oriente. Gradualmente irá
aumentando el sonido en estas obras, pasando por los silencios del artista
norteamericano, al sonido ambiente de la calle de Vincent y al bullicio de una
cafetería llena de Montesol.
En Halcones
de media noche prima el silencio, quizás un leve ruido con lo que esté
haciendo el camarero, pero no hay palabras, es un sonido hopperiano. Sus
personajes son “mudos” pero caracterizados por una gran profundidad. Qué estará
pensando el hombre del cigarrillo o la mujer, que sostiene un objeto, no tanto
fijándose en él, sino como un acto instintivo mientras piensa. Esto también se
puede ver en Habitación de Nueva York (1932) en donde la mujer, un tanto
abstraída, está tocando una tecla del piano.
Otro aspecto importante es que en este
lienzo hay un solo foco de luz (la cafetería) que ilumina toda la calle y
alrededor de la cual se reúnen unos pocos, como polillas que se sienten
atraídas por la luz.
Van Gogh con su Terraza de café por la noche juega con el mismo efecto atrayente de
la luz del farol. Pero hay un elemento más de iluminación: las estrellas. Este
será el primer cuadro en el que incluya este tipo de cielo.
La banda sonora de este cuadro tiene
mayor volumen: la conversación de la gente en la terraza, los cascos de un
caballo, los pasos de alguien paseando... Pero son sonidos que emiten la
tranquilidad de una noche agradable. La obra contagia el sentimiento que en ese
momento tenía el pintor. Vincent había escapado de la vida frenética de París
viajando a Arlés, un pueblo al sur de Francia, para descansar y reposar los
conocimientos adquiridos en la capital.
Este ambiente sosegado se refuerza por la
calidez del farol que emana pintura amarilla, el color preferido del artista. Cabe
destacar la tonalidad del cielo, que el genio retrata con un azul casi
eléctrico, sin apenas uso del negro como sería de suponer. Lo que consigue en
este cuadro es el contraste por medio de colores vivos y no a través del
claro-oscuro. De esta forma hace que proyecte al espectador una sensación de
noche despejada.
En este caso el pintor holandés también
utiliza la perspectiva para transmitir esa calma, ya que es un espacio abierto,
que no agobia. Como ya he dicho Van Gogh pinta según lo que siente y es que son
esas pinceladas gruesas, sus características estrellas o el esbozo de las
personas las que sirven de canal para dicho fin. En palabras del autor: “Mi gran anhelo es pintar inexactitudes”.
En el Café de Oriente de Montesol llegamos al bullicio típico de una
cafetería en “hora punta”. En esta litografía a cinco colores, se remarca el
ajetreo por medio de los numerosos trazos y por la gran cantidad de objetos en
escena. En esta obra se aprecia cierta tendencia del pintor hacia el cómic ya
que ha dedicado parte de su vida a este arte, como por ejemplo con Speak Low su última novela gráfica.
En estas tres obras los espacios son muy
distintos y refuerzan las emociones que el artista ha querido plasmar. En Halcones de media noche el exterior
remarca la soledad del interior y es que estos dos volúmenes se hacen uno
mediante la cristalera. Este ventanal diluye el interior en el exterior. Todo
lo contrario a la obra de Montesol, en donde los personajes están en un lugar
cerrado, aumentando de esta forma la sensación de lleno. De hecho parece que
hay más gente que en el cuadro de Van Gogh que es un exterior y en donde hay un
mayor número de personas
Resumiendo, en cada cuadro el
tratamiento del espacio y el sonido transmiten diferentes sensaciones: en Halcones de media noche la soledad; en Terraza de café por la noche la tranquilidad
de una terraza en un pueblo francés; y en Café
de Oriente el bullicio y el entretenimiento que puede encontrarse en una
cafetería.
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