Arcimboldo (1527-1593) fue un manierista que pintó alegorías de las
estaciones y los elementos (aire, fuego, tierra y aire) mediante frutas,
animales, etc. Se le podría considerar el precursor del Surrealismo. En este
artículo voy a hablar de El otoño de
1573, que se encuentra en el Museo Nacional de Louvre, París. En Madrid podemos
ir a ver La primavera de 1563 en la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Esta obra manierista supone un puente
entre dos de las más importantes corrientes: el Renacimiento y el Barroco. De
la primera podemos observar el tipo de retrato, en donde el “sujeto” se
encuentra de perfil, como en el de Federico de Montefeltro realizado por Piero
della Francesca. La tradición renacentista también se aprecia en la especie
concreta de cada planta y fruto (“naturalismo”). El pintar y el saber iban muy
unidos. Con respecto al Barroco vemos el característico fondo negro del
tenebrismo, la composición recargada que posee y el bodegón.
Es un cuadro revolucionario para la
época ya que la obra resulta estrambótica; y porque fusiona el retrato con el
bodegón, que no será abordado como tema principal hasta el barroco con Caravaggio
o Zurbarán entre otros. De esta forma consigue unir dos de las principales
características del movimiento: el hombre y la naturaleza
En las estaciones siempre utiliza frutas, hortalizas y alimentos de
temporada, como granadas (la barbilla), uvas, calabazas (la cabeza), setas (la
oreja), etc.
El personaje retratado lo podríamos
calificar de bonachón, algo más tosco que El
verano o Laprimavera. Incluso
podemos ver un dios Baco en este óleo, con su respectiva corona de parra,
aspecto de borrachín, y si se me permite la expresión, con nariz “porreta”,
formada por una pera, que al igual que las mejillas tienen un color rojizo
debido al abundante vino.
En el lienzo priman los colores típicos
otoñales, aunque sin mucho contraste entre ellos: terrosos, anaranjados,
amarillos y los verdes son pálidos, nada que ver con la intensidad que
adquieren en El verano.
Por último decir que es un cuadro para
verlo de dos formas: la primera de forma general, viendo a nuestro personaje; y la segunda de una manera más concreta fijándonos en los numerosos detalles, como el
caracol que se pasea por la calabaza.
Os dejo con una copia de El verano que realicé con lápices:
Qué es un café, sino un lugar en el que
convergen historias, sentimientos, opiniones, en definitiva gente. Y es que
antes también era habitual la confluencia cultural, lo cual se ha ido
perdiendo, quedando solo unos pocoscomo
el café Gijón en lo que a literatura se refiere(de hecho ha estado a punto de extinguirse).
Pero ante todo es algo cotidiano que
artistas como Hopper, Van Gogh o Montesol han querido plasmar. Han pintado más
de una cafetería pero en concreto hablaré de Halcones de media noche, Terraza de café por la noche y Café de Oriente. Gradualmente irá
aumentando el sonido en estas obras, pasando por los silencios del artista
norteamericano, al sonido ambiente de la calle de Vincent y al bullicio de una
cafetería llena de Montesol.
En Halcones
de media noche prima el silencio, quizás un leve ruido con lo que esté
haciendo el camarero, pero no hay palabras, es un sonido hopperiano. Sus
personajes son “mudos” pero caracterizados por una gran profundidad. Qué estará
pensando el hombre del cigarrillo o la mujer, que sostiene un objeto, no tanto
fijándose en él, sino como un acto instintivo mientras piensa. Esto también se
puede ver enHabitación de Nueva York (1932) en donde la mujer, un tanto
abstraída, está tocando una tecla del piano.
Otro aspecto importante es que en este
lienzo hay un solo foco de luz (la cafetería) que ilumina toda la calle y
alrededor de la cual se reúnen unos pocos, como polillas que se sienten
atraídas por la luz.
Van Gogh con su Terraza de café por la noche juega con el mismo efecto atrayente de
la luz del farol. Pero hay un elemento más de iluminación: las estrellas. Este
será el primer cuadro en el que incluya este tipo de cielo.
La banda sonora de este cuadro tiene
mayor volumen: la conversación de la gente en la terraza, los cascos de un
caballo, los pasos de alguien paseando... Pero son sonidos que emiten la
tranquilidad de una noche agradable. La obra contagia el sentimiento que en ese
momento tenía el pintor. Vincent había escapado de la vida frenética de París
viajando a Arlés, un pueblo al sur de Francia, para descansar y reposar los
conocimientos adquiridos en la capital.
Este ambiente sosegado se refuerza por la
calidez del farol que emana pintura amarilla, el color preferido del artista. Cabe
destacar la tonalidad del cielo, que el genio retrata con un azul casi
eléctrico, sin apenas uso del negro como sería de suponer. Lo que consigue en
este cuadro es el contraste por medio de colores vivos y no a través del
claro-oscuro. De esta forma hace que proyecte al espectador una sensación de
noche despejada.
En este caso el pintor holandés también
utiliza la perspectiva para transmitir esa calma, ya que es un espacio abierto,
que no agobia. Como ya he dicho Van Gogh pinta según lo que siente y es que son
esas pinceladas gruesas, sus características estrellas o el esbozo de las
personas las que sirven de canal para dicho fin. En palabras del autor: “Mi gran anhelo es pintar inexactitudes”.
En el Café de Orientede Montesol llegamos al bullicio típico de una
cafetería en “hora punta”. En esta litografía a cinco colores, se remarca el
ajetreo por medio de los numerosos trazos y por la gran cantidad de objetos en
escena. En esta obra se aprecia cierta tendencia del pintor hacia el cómic ya
que ha dedicado parte de su vida a este arte, como por ejemplo con Speak Lowsu última novela gráfica.
En estas tres obras los espacios son muy
distintos y refuerzan las emociones que el artista ha querido plasmar. En Halcones de media noche el exterior
remarca la soledad del interior y es que estos dos volúmenes se hacen uno
mediante la cristalera. Este ventanal diluye el interior en el exterior. Todo
lo contrario a la obra de Montesol, en donde los personajes están en un lugar
cerrado, aumentando de esta forma la sensación de lleno. De hecho parece que
hay más gente que en el cuadro de Van Gogh que es un exterior y en donde hay un
mayor número de personas
Resumiendo, en cada cuadro el
tratamiento del espacio y el sonido transmiten diferentes sensaciones: en Halcones de media noche la soledad; en Terraza de café por la noche la tranquilidad
de una terraza en un pueblo francés; y en Café
de Oriente el bullicio y el entretenimiento que puede encontrarse en una
cafetería.
El arquitecto japonés Tadao
Ando ha utilizado la luz como un material más en sus edificios, y
concretamente en su Iglesia de la luz (1989), que se encuentra en Osaka (Japón). En
la pared del altar domina un vano con forma de cruz, lo que hace que se filtre
una gran luminosidad en el templo. Y no sólo eso, sino que el hueco en el muro
se transforma en una “cruz de luz” que es el elemento más representativo del
conjunto arquitectónico.
La cruz dota al interior de la iglesia de cierta
espectacularidad, pero todo de una forma muy sencilla. Esta es la principal
característica de los edificios de Ando, siguiendo así la máxima de Mies Van De Rohe: “menos es más”. Esta
sencillez la consigue por medio de formas geométricas y por los materiales
utilizados (hormigón y madera). En la iglesia que estoy tratando, hay que sumar
como elemento la luz y gracias a esta conjunción se logran espacios
trascendentes, que emiten sensaciones positivas. He de apuntar que es un tipo
de arquitectura en la que uno ha de sumergirse.
En mi opinión el edificio sigue la tradición japonesa (combinada
al movimiento moderno) ya que traslada los dos ideales estéticos del karensui o jardín zen: la simplicidad
elegante y la belleza del vacío. Tiene mucho que ver con el taoísmo, en donde
el vacío es la “parte útil de las cosas”. Y es que justamente la cruz (la parte
vacía en la iglesia) es de gran utilidad por que ilumina toda la sala y de
forma metafórica es medio de salvación.
Tadao Ando, que fue autodidacta, usa hormigón liso con las
marcas del encofrado visibles, ya que de esta forma sirven como superficies
para captar la luz.
Si hay alguien capaz de captar la espiritualidad en la arquitectura es Ando. En la Iglesia de la luz las paredes sirven como
aislante del mundo exterior (estresante y ruidoso) del interior, en el que
fluye la calma y la serenidad; logrando así un lugarpara la meditación. Hay quien pueda tachar de
simplista al arquitecto, pero es justamente esa austeridad la que transmite paz
y de ahí viene el valor de esta obra de arte. Todas estas características
realzan el acto litúrgico; no paro de pensar en lo fascínate quedebe ser una misa ahí.
El arquitecto japonés
con su iglesia equipara tres conceptos: luz
= cruz = Dios. Es de aquí de donde surge toda la significación del
edificio.
Tadao Ando con su Iglesia
de la luz, Caravaggio con La Vocación
de San Mateo y Bernini con El éxtasis
de Santa Teresa han utilizado la luz como elemento principal de sus obras,
pero no una luz cualquiera, sino una llena de significado. En estas tres obras
la luz es Dios: es una llamada, es fulgor, y es paz y salvación.
En esta entrada quiero mostrar que la luz en la escultura tiene un papel
muy importante. Y es que Bernini
cuidó hasta el último detalle para presentar El éxtasis de Santa Teresa. Está situada en la capilla Cornaro, en
la iglesia de Santa María de la Victoria (Roma).
En esta escultura la luz es de
gran relevancia puesto que se trata del momento culmen de la visión de Santa
Teresa de Jesús.Para entender en su
totalidad la obra hay que tener en cuenta que el artista del Barroco situó el conjunto escultórico
como en un teatro. Este está formado por un escenario (donde están Santa Teresa
y el ángel), dos palcos en los que se encuentran unos espectadores esculpidos
por el artista y la platea (donde nos encontramos para observar a los
protagonistas).
Berninidotó a su “teatro”, como es
lógico, de iluminación. Y utilizó dos tipos de luz: una natural y otra
celestial. La primera la obtiene de una ventana no visible que enfoca al
conjunto escultórico, de tal forma que la luz viene de arriba. Así proporciona
a la escena un toque celestial y espectacular, remarcado por esa flotabilidad,
esa ingravidez que consigue el escultor gracias a la nube y al pie que queda descolgado.
Además este foco remarca la cara de la Santa haciendo énfasis en sus gestos. La segunda, de tipo celestial, ha sido retratada en forma de haz de rayos
hechos con bronce. Este es el telón de fondo que pone la guinda a esta puesta
en escena.
Esta escultura rebosa de características barrocas. Para empezar, se trata
de un momento congelado pero, aunque sea contradictorio, lleno de movimiento. Para captar ese instante se
basó con gran fidelidad en la propia descripción de Santa Teresa. Es en su
hábito en donde se reúnen dos de estas características: el movimiento, ya citado,
y el claro-oscuro. Los pliegues de la túnica (esculpida con maestría) dan esa
sensación tan barroca de luces y sombras, de algo complicado, de contrastes.
El escultor Italiano además juega con las texturas de las distintas
superficies. Mientras que la nube es rugosa y no capta mucho la luz, la piel de
los dos personajes está perfectamente pulida, haciendo que la luz se refleje y
de mayor luminosidad.
En los tres siguientes post voy a tratar
la luz y su uso en la pintura, la escultura y la arquitectura.
La obra elegida en pintura es La
vocación de San Mateo de Caravaggio. La composición de este cuadro está
organizada por la luz: en primer lugar el haz de luz que cae y por otra parte
los dos grupos de personas. Lo más característico de esta pintura es el la luz
que cae desde la derecha, que es una clara alusión a la iluminación divina, a
la elección de San Mateo. De hecho el foco de luz y la mano de Jesús “señalan”
en la misma dirección: hacia el apóstol.
En el lienzo hay una ventana que por el
contrario a lo que se esperaría, no ilumina, lo que le da más importancia a la
luz ya descrita. Como curiosidad cabe decir que esta es la única obra en la que
el pintor Barroco derrama su luz
desde la derecha.
Caravaggio tenía una concepción del movimiento a partir de la luz, y esto
lo podemos observar en como San Pedro se inclina hacia delante señalando a Mateo
(aunque no tan firmemente como Jesús). Otra de las muestras del movimiento
luminoso que utiliza el artista es en el joven que está de espaldas, inclinándose
hacia quienes han entrado en la habitación. Y por último, en cómo se señala San
Mateo a sí mismo.
El artista italiano también utiliza la
luz para remarcar los gestos y la actitud de los presentes en la escena. Se advierte
sorpresa (en el evangelista y en el joven que está apoyado en él) plasmada con
gran luminosidad, interés (en el joven que está de espaldas) e indiferencia (en
el anciano de las gafas con la mitad de la cara en sombra). Aunque el gesto que
quiero destacar es el del joven a la izquierda de la mesa. En él se ve
tristeza, introspección, quizás pensando: “¿Qué estoy haciendo con mi vida?”. Y
es que se enfatiza gracias a la penumbra que hay en su cara. Esta sombra (al
igual que la del anciano) puede representar la ceguera del dinero o el hombre
desvirtuado. Este juego de luces y sombras dota al cuadro de un gran dramatismo.
Otro aspecto llamativo es la iluminación
que reciben Jesús y San Pedro, que deberían estar en la sombra. Esto se explica
por la disposición de la iglesia de San Luis de los Franceses (Roma). La pintura
se encuentra a la izquierda de la entrada en una capilla, la cual está
iluminada por una ventana a la derecha, en la parte superior de la pared del
altar. Aquí el genio no sólo incluye la luz propia de la escena, sino que
además le suma el foco de luz que supone una ventana real.
Por último quiero señalar (aunque no
referido a la luz) cómo Caravaggio separa en dos grupos la imagen, sobre todo
con dos tipos de vestimentas, las prendas contemporáneas y las túnicas bíblicas.
La existencia de estos dos grupos hace más chocante la elección de San Mateo,
casi como un milagro, algo espectacular y teatral. Probablemente el joven que
se encuentra de espaldas estará pensando: “mira esos que vienen con túnicas”.
Que mejor cuadro para representar la
Semana Santa que Los Nazarenosde Sorolla. Y es que me parece curiosa esta
obra porque no es muy habitual un tema religioso en el Impresionismo, aunque sí
los temas costumbristas. Quizás hayan coincidido estas dos temáticas porque en
España tienen lugar las procesiones
Esta pintura es una mezcla de ambas, en
donde el artista valenciano representa a la cofradía de los Nazarenos de la
Carretería con la Virgen del Rosario de Montesión (la que pintará otras dos
veces más) procesionando por las calles de Sevilla.
Joaquín Sorolla en esta obra resalta
el negro del hábito (luto) mediante el contraste con la luminosidad de la
calle. Esto hace que los cofrades adquieran un aspecto imponente y majestuoso.
Me parece increíble como Sorolla hace uso de la luz, que también se puede ver
en cómo las velas iluminan la cara de la Virgen.
Lo que me encanta del Impresionismo
es que no importan los detalles, no importa que la cara de la Virgen este
inacabada, ya que lo que cuenta es, valga la redundancia, la impresión del
momento, de la instantánea. Por ello estos cuadros se llenan de pinceladas
rápidas.
Este año en Valencia la Falla de Na
Jordana ha rendido homenaje al gran genio e inventor del Renacimiento: Leonardo Da Vinci. El artista de esta
obra ha sido Manolo García.
La falla está compuesta por la cabeza
de Leonardo (que pesa 10 toneladas) y por algunos inventos que ideó. En total
mide unos 23 metros. Manolo García, con esta falla, ha querido romper con la
tendencia de utilizar poliestireno expandido usando madera en un 90%.
La falla se basa en el posible autorretrato
de Da Vinci (digo posible porque no está del todo verificado), en donde se
remarca la faceta de pensador. Pero donde Leonardo enfatiza la sabiduría es en los ojos, que rodeados
de arrugas muestran la experiencia del personaje retratado. Junto con la barba
poblada hace parezca un filósofo. Y es que se parece mucho a la representación
posterior de Platón que pintó Rafael en La
escuela de Atenas.
Manolo García ha incluido en su obra inventos como el
tanque, el paracaídas, una máquina voladora o el tornillo aéreo. Además ha
representado al Hombre de Vitrubio. Todo
ello con ciertas dosis de humor que no pueden faltar en las fallas. Pero uno de
los elementos más curiosos de la falla es una abertura por detrás de la cabeza,
de la que salen planos, engranajes y formas geométricas. Esto es una clara alusión
a la mente inquieta del genio.
La esencia de las fallas es que se trata de un
arte efímero, que sólo vamos a poder
ver durante unos pocos días y sólo durante esos días. Esto es lo que nos hace
fijarnos en la falla como si fuera la última vez (que lo será, por lo menos hasta
el día de San José por la noche)
El genio del renacimiento está
doblemente de actualidad porque estuvo presente en Valencia en forma de falla,
y porque posiblemente se haya descubierto La
Batalla de Anghiari.
El investigador Maurizio Seracini
(con la colaboración de National Geographic) puede haber encontrado la obra de
Leonardo tras un falso muro en el que se encuentra un fresco de Giorgio Vasari.
Han realizado seis agujeros en la pared para introducir una sonda endoscópica,
con la que han visto un tipo de pintura compatible con la de la Mona Lisa o la del San Juan Bautista. Todo este trabajo trata de obtener el fresco de
Da Vinci sin dañar el de Vasari.
Según Seracini, Vasari dejó un
indicio en su pintura sobre lo que había detrás, con la inscripción“Cerca trova” (Busca y encuentra). El
investigador afirmó: “Los datos que hemos obtenido son esperanzadores. Aunque
todavía estamos en una fase preliminar de la investigación y queda aún mucho
trabajo para resolver el misterio, las pruebas muestran que estamos buscando en
el sitio justo”.
Bocetos para la Batalla de Anghiari de Leonardo
La Batalla
de Anghiari para muchos, según las descripciones y bocetos existentes, es la obra
maestra de Leonardo. En este fresco se representa la caída de la bandera de
Milán en manos de la caballería florentina. Junto con el de Miguel Ángel (La Batalla de Cascina) debería haber
decorado la “Sala de los Quinientos”, pero ninguno de los proyectos se llegó a
terminar. Hubiera sido una habitación dedicada al hombre con la obra de Miguel
Ángel (¡quién mejor para representarlo!); y al caballo, la especialidad de
Leonardo.
Y digo que es de lo mejor que sabe
hacer, porque no hay más que ver sus bocetos sobre caballos o la copia del tema
central de La Batalla de Anghiari de
Rubens. Con esta obra, la Tavola Doria (otra
réplica de la parte central) y los bocetos de Da Vinci podemos imaginar cómo
puede ser el fresco y cómo podría haber llegado a ser (consta que quedó
inacabado).
Con esta pintura (basándome en la copia de Rubens) Leonardo transmite
el dramatismo que supone una guerra. Y lo hace por medio de los gestos que
mantienen hombres y caballos. En los rostros de los hombres podemos ver ira en
los dos jinetes de la izquierda (milaneses, representados casi como bestias) y
en los dos de la derecha (florentinos) ferocidad. Pero donde mejor se aprecia
esa tensión es en los ojos de los dos caballos del centro. El caballo del
jinete milanés muestra pánico (resaltado por la sombra), mientras que el
caballo florentino revela piedad y pena por los horrores de la guerra.
Hoy
voy a comparar dos obras de dos grandes genios. Por una parte está la escultura
de Miguel Ángel de Lorenzo, duque de Urbino (nieto de Lorenzo el Magnífico); y
por otra un cuadro de Velázquez: El Dios
Marte. El primero, también llamado “Il penserioso” se esculpió entre 1524 y
1534 aproximadamente. Podemos imaginar cómo Diego Velázquez tomaría notas de
esta escultura en su viaje a Italia (1629) para que acabara pintando a Marte
(1638).
Ambas
obras poseen una expresión pensativa, tanto la cara como la posición que tienen
las figuras de reposar la cabeza sobre la mano. El florentino quiso plasmar al
Duque de Urbino como alguien dedicado a una “vida contemplativa”, casi
filósofo. De hecho el escultorremarcó
esta idea con las alegorías de la aurora y el crepúsculo a sus pies, ya que se
dice que son las horas sugerentes para la contemplación. Hay que decir que no
tiene la mirada perdida, sino que sus ojos se dirigen a la Virgen, que preside
la habitación.
Pero
Velázquez no pintó ese tipo de pensamientos. Para saber qué es lo que piensa
este dios haré una breve mención al mito de Marte, Venus y Vulcano. Partiendo
del cuadro de Velázquez La fragua de Vulcano,
podemos ver como Apolo le dice a Vulcano que ha sido engañado por Venus y
Marte. Vulcano para vengarse teje una maya con la que atrapar a los dos
amantes. Una vez atrapados, el resto de los dioses se burlan de los dioses
amantes.
En
el lienzo apreciamos como un Marte abstraído y abatido, reflexiona ante el
inesperado fin de su aventura amorosa. De hecho se le puede ver todavía en la
cama, entre las sábanas. Es una representación del dios de la guerra nada
belicosa, porque no tiene la armadura puesta (en el suelo) y por esa mirada tan
poco amenazadora.
Los
dos pertenecen al mundo clásico. Miguel Ángel trató a Lorenzo de Medici como a
un héroe de la Antigüedad, ya que lleva una armadura romana. Por otra parte,
qué más clásico hay que un dios romano como lo es Marte (Hefesto en la
mitología griega), dios de la guerra.
Tanto
Marte como Lorenzo llevan un casco. En el primero es más lógico ya que es el
dios de la guerra, pero en el Lorenzo de Miguel Ángel es algo más extraño. El yelmo
tiene forma animal un tanto extravagante, lo que ha llevado a algunos críticos
a pensar que el escultor pretendía insinuar la falta de equilibrio en la mente
del duque.
Se
ve como Velázquez tiene un gran dominio de los efectos de luz y de color al
contemplar esta obra. Me gustaría resaltar en especial la sombra que envuelve
la cara a Marte (producida por el casco) ya que enfatiza ese ensimismamiento. Pero
no sólo hay luz en la pintura, el escultor florentino también jugaba con la luz
en sus obras, pensando en el lugar en el que colocarlas para darle una mayor
profundidad.
Se
puede decir que lo que une en esencia a estas dos obras son sus pensamientos.
Sí, el
arte también lo podemos encontrar en los comics. En esta viñeta (de Las aventuras de Tintín: El Cangrejo de las
Pinzas de Oro) se ve la gran capacidad de Herge de expresar el movimiento. Por una
parte, vemos una secuencia casi cinematográfica. Se aprecian cinco fases en la
huida de los asaltantes: 1º todavía apuntando; 2º tumbado pero advirtiendo el
peligro que supone un Capitán Haddock malhumorado; 3º ya de rodillas; 4º
levantándose pero mirando hacia atrás; y por último un grupo de asaltantes que
corren despavoridos. La segunda
evidencia de movimiento lo compone la línea curva que forma el grupo de
personajes del dibujo y los distintos planos (decrecientes) de estos
asaltantes.
El Davidy el Baco ebrio de Miguel Ángel
son dos obras opuestas, que no distintas. Por una parte está Baco, dios del
vino (temática mitológica), y por otra parte David, el joven pastor bíblico.
En cuanto a la postura podemos ver al
dios del vino un tanto inestable (por esas copas de más), incluso podemos
imaginar que si diera un paso más, probablemente se tropezaría. Esta
inestabilidad y dinamismo se enfatiza con el pequeño sátiro que se encuentra a
los pies de Baco, formando la escultura en su totalidad una espiral. Mientras
que David está bien sereno en la tierra, sobrio. Pero eso sí, en tensión,
analizando a su enemigo y viendo sus posibilidades.
Y eso me lleva a hablar de la mirada de
ambas esculturas. David mantiene un gesto sereno, profundo, dudando de si será
capaz (él un simple pastor) de vencer a Goliat. En Bacoapreciamos…… una mirada totalmente perdida,
por la que podemos ver que está pensando en más vino.
Me refería a que no son distintas porque
son dos cuerpos anatómicamente perfectos, pero ahí es donde está otro de los
motivos por lo que son opuestas: El Baco
ebrio tiene un cuerpo castigado por el alcohol y por las fiestas. Mientras
queEl
David tiene un cuerpo atlético, de alguien sano y joven, que simboliza las
virtudes humanas y a Florencia.Uno es
un signo de fiesta y decadencia, y el otro de libertad; de la victoria del
pueblo sobre la tiranía. Pero sobre todo es símbolo del Renacimiento, de la
concepción humanista de la época, en donde el hombre es el centro.
Es curioso que de un bloque de mármol
imperfecto, ya empezado y que no era del gusto de Miguel Ángel, pueda salir una
obra tan perfecta, que a mí cuando la vi en la Galería de la Academia me dejo
sin palabras. (Por cierto, el mejor sitio para quedarte un rato embobado y
apreciando dicha figura es en una esquinita según miras al David a la derecha).
De las cosas que más impresionan son los detalles anatómicos (como las venas)
que hacen que parezca tener vida.
Pero no menos importante es el hecho de
que de un bloque seguramente elegido por Miguel Ángel, sin fallo alguno, pueda
dedicarlo a la imperfección, pero a una imperfección
totalmente perfecta